DANZA DE LOS MAZATES
El cerro de la cruz. 3 de mayo de cualquier año y en
cualquier época.
En el valle de Salamá, se ha conservado una tradición muy
pintoresca y a la vez muy propia, ya que es solamente aquí donde se desarrolla.
Me refiero al baile de los Mazates.
Perdido en la bruma del tiempo, ya casi nadie recuerda los
orígenes de este baile. Sólo se sabe que el nombre proviene de la palabra
mazati, que es de origen nahuatl y que quiere decir venado. Quizá se refiere al
hecho de que la danza misma es una parodia de una escena de caza. Pero no se
parece en nada a las otras danzas del área de Rabinal y San Miguel Chicaj, que
hacen referencia a una cacería de venado.
Esta danza se caracteriza por su carácter grotesco. En la
danza, todos los comparsas son hombres, como en todas las danzas mayas. Uno de
ellos se viste de mujer. Van vestidos, en su forma original, con sacos de
lanilla, ropa puesta al revés y como pantalón llevan una chamarra de lana. Cada
uno de ellos lleva una vara larga en la que amarraban una piel de animal
rellena para darle apariencia natural. Este animal casi siempre era un
tacuazín, un conejo, una ardilla o un zorro gris. Llevan el rostro cubierto por
una máscara de madera tallada grotescamente y en la que predominan los colores
negro, blanco y rojo. A casi todas estas máscaras se les colocan bigotes o
barbas de pelo de cola de caballo o de res.
Dentro del grupo se establece una jerarquía, encabezada por
un jefe al que llaman Man. Los nombres de los demás participantes son tomados
del lenguaje popular y casi se podría decir que corresponden a apodos
conocidos. Entre estos nombres podemos mencionar los siguientes: Blas Lago,
Tiburcio Chupamangos, Andrés Levantalajas, Bruno Aguacate, Lucio Raicero,
Tereso Saca moscas, Lucio Tirabuzón, Nacho Tepocate, Mario Tepocate, Exmo Suin
Guapinol, Plácido Cuxún, Marcelino La borrachera, Oscarín prontito, y al única
mujer caracterizada que se llama Chisca (también Elsa Violeta Marina Esperanza
de Man).
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